miércoles, 7 de octubre de 2009

Día Mundial de Acceso a la Información Pública

Se habló de conmemorar y no de celebrar dicho día.
Ocurre cualquier día, de cualquier mes:
Desde el desayuno, ante la mesa, surge el tema de “presuntos” actos de corrupción administrativa.
Durante el almuerzo, se platica sobre el porque en la calle “se comenta” tanto sobre la malversación de los dineros públicos.
A la hora de la merienda, desviamos nuestra atención que merecen nuestras galletas y el sabroso café, y nos dedicamos a hablar sobre lo que es “comidilla de la gente”: el peculado de uso, ese que se refiere a la disposición inconsulta de bienes considerados patrimonios de la nación. Yo sostuve que, a menor transparencia menor inocencia.
Al sentarnos a cenar, y después de buscar en el diccionario la palabra “prevaricato”, abordamos lo concerniente al ente contralor de la República. Quien está al frente de uno de los poderes que mayor diafanidad podría dar a la gestión pública administrativa, ha declarado que “el cumplimiento por parte de los funcionarios públicos en cuanto a la Declaración Jurada de Bienes se refiere, se está cumpliendo; pero, que su divulgación no es posible, ya que dichos funcionarios estarían expuestos, al conocerse públicamente sus patrimonios, a las acciones del hampa común: tales como chantajes, secuestros y extorsión”.
Cualquiera queda atónito y pasmado ante semejante justificación para privar a los ciudadanos del acceso a tal información, la cual en casi todas partes es pública; más aun, si es un derecho constitucional.
Françoise Sagan, la escritora francesa, “rebelde y contestataria”, habría exclamado: Con Cierta sonrisa, Buenos días tristeza.

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