La lapidación, consiste en arrojar piedras contra la víctima enterrada hasta por encima de los senos para conseguir su muerte; nos llega a la mayoría de los occidentales por el texto evangélico de Juan, en cuyo capítulo octavo se cuenta cómo presentan a una mujer adúltera a Jesús para preguntarle qué debían hacer con ella y así sorprenderlo en un renuncio, pues todos sabían lo que decía la Ley. La sorprendente respuesta de Cristo lo convierte en un auténtico revolucionario no sólo por su promoción del perdón, sino del sentido común: "El que no tenga pecados, que tire la primera piedra".
martes, 5 de octubre de 2010
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