Es parte esencial de una carta dirigida al editor del diario El Universal, Venezuela, publicada en fecha 8/11/2009:
“Hace 35 años, mi padre tomó la decisión de dejar nuestro Perú natal para vivir en un país de libertad. Ese país era Venezuela. Él huía de la llamada revolución peruana a cargo del general golpista Juan Velasco. Siendo ex militar y periodista, no podía ejercer su profesión por su militancia aprista y por estar en aquel entonces confiscados todos los medios de comunicación audiovisual y escrita en nuestro país. Nosotros, sus hijos, después de los estudios universitarios, tomamos la misma decisión que él, para reunirnos en esta maravillosa nación. Se iniciaba así el éxodo que llevó a la salida en 20 años, de al menos dos millones de peruanos.
Hoy, mis hijos en edad similar a la mía en tal momento, y sintiéndose amenazados ante las consecuencias de la revolución venezolana, temiendo por más expropiaciones, más suspensiones de medios de comunicación, desempleo e inseguridad, me sugieren hacer lo mismo. Quien escribe, después de 30 años de vida venezolana, quien siempre dijo que a esta tierra generosa no la cambiaría por nada en el mundo, ya lo está dudando”.
¡Que pena con el señor Juan Toro!
¡Y con nosotros mismos!
“Hace 35 años, mi padre tomó la decisión de dejar nuestro Perú natal para vivir en un país de libertad. Ese país era Venezuela. Él huía de la llamada revolución peruana a cargo del general golpista Juan Velasco. Siendo ex militar y periodista, no podía ejercer su profesión por su militancia aprista y por estar en aquel entonces confiscados todos los medios de comunicación audiovisual y escrita en nuestro país. Nosotros, sus hijos, después de los estudios universitarios, tomamos la misma decisión que él, para reunirnos en esta maravillosa nación. Se iniciaba así el éxodo que llevó a la salida en 20 años, de al menos dos millones de peruanos.
Hoy, mis hijos en edad similar a la mía en tal momento, y sintiéndose amenazados ante las consecuencias de la revolución venezolana, temiendo por más expropiaciones, más suspensiones de medios de comunicación, desempleo e inseguridad, me sugieren hacer lo mismo. Quien escribe, después de 30 años de vida venezolana, quien siempre dijo que a esta tierra generosa no la cambiaría por nada en el mundo, ya lo está dudando”.
¡Que pena con el señor Juan Toro!
¡Y con nosotros mismos!
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