viernes, 11 de marzo de 2011

Fondo de Pensiones de PDVSA - Desaparición de 250 millones de dólares

La interrogante, que raya en la inocencia, lanzada por Eudis Girot, Secretario Ejecutivo de la Federación Única de Trabajadores Petroleros, sirve para hacer evidente la razón por la que desaparecieron más de 250 millones de dólares de las arcas del Fondo de Pensiones de PDVSA. Dice Girot: “Queremos saber por qué el vicepresidente de Finanzas, Eudomario Carruyo, contrató a Illaramendi”. La respuesta la da el propio Francisco Illaramendi cuando se declara culpable de, entre otros cargos, fraude de valores, fraude electrónico, conspiración para obstruir la justicia, engañar a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC) y de haber pagado sobornos. Apartando el pago hecho a un Contador Público venezolano para producir una carta aseverando la existencia de 250 millones de dólares que no existían, ¿a quiénes pudo haber pagado sobornos sino a quienes ordenaban la inversión en sus fraudulentos fondos? Le recomendamos a Eudis que no exija los recibos firmados por los beneficiarios de las coimas recibidas. Basta que solicite la colaboración de cualquier agencia de investigación americana, tal vez el propio FBI podría hacerlo por ser los trabajadores de PVSA los estafados en este caso, para encontrar la respuesta a su inocente interrogante. El enriquecimiento de Eudomario Carruyo y su entorno en la Gerencia de Finanzas de PDVSA es un hecho público y notorio. Tanto que se ha desatado una presunta febril actividad de destrucción de papeles comprometedores que reposan en los archivos de esa gerencia. Los americanos suelen emplear la frase “follow the money” para rápidamente encontrar el culpable. En otros términos de la criminalística tradicional: ¿a quiénes beneficia el delito cometido? La Federación Única de Trabajadores Petroleros no tiene otro camino que denunciar por estafa a los presuntos responsables de este “megaguiso” y dirigirle a la SEC copia de la denuncia. Sabemos que aquí no pasara nada pero eso dispara una alerta para el rastreo internacional de los activos a nombre propio o de interpuestas personas de los involucrados.
El diputado Julio Montoya se fue a la televisión venezolana y, valientemente, denuncio con detalles el fraude. Trato de presentar algunas pruebas de la inocultable fortuna de Carruyo y no fue preciso en ese esfuerzo; salvo el regalo que le hizo a su hijo del mismo nombre de un Lamborghini que estrelló, con resultados fatales para su acompañante, en la opulenta zona de Key Biscayne en la Florida. Las denuncias de esta estafa, sin precedentes en la historia criminal de Venezuela, no van a ser investigadas. Es poco probable que Chávez tenga el valor de ordenar una investigación que haría trizas a su propio gobierno y menos que Luisa Ortega Díaz, la Fiscal exclusiva contra los opositores del gobierno, actúe de motuo propio en este caso. La determinante influencia de Rafael Ramírez y el manejo arbitrario de los fondos de PDVSA que ha hecho Chávez a lo largo de estos once años lo convierten en un cautivo de su propio entorno. Es probable que una vez más sea el aborrecido imperio el responsable y salvador de sus arbitrariedades.

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