FRANCISCO JOSÉ VIRTUOSO SJ
| EL UNIVERSAL
jueves 23 de mayo de 2013
La universidad pública
venezolana atraviesa una grave crisis que amenaza con llevarla a la
muerte. El salario mensual de un profesor universitario que ingresa como
instructor apenas supera el salario mínimo y un titular gana apenas el
doble de eso. Las comparaciones establecidas con sus pares en el mundo
son realmente escandalosas e indican claramente la poca importancia que
se concede en el país a la profesión docente universitaria.
Las
diversas federaciones sindicales que agrupan al gremio docente
universitario se han declarado en huelga y su protesta pública nos ha
servido para tomar conciencia de este grave desequilibrio. Es necesario
que en toda la sociedad nos hagamos eco de sus exigencias y desde
nuestras respectivas posiciones nos solidaricemos con ellas. Porque lo
que está en juego es la muerte por inanición de nuestras universidades.
Es obvio, que nuestro talento docente se vea obligado a explorar otras
posibilidades profesionales o busque en otros países lo que no consigue
en su tierra.
Pero el problema va más allá de la remuneración
salarial de los docentes. La universidad como institución es costosa si
quiere alcanzar niveles adecuados de calidad. Se requieren laboratorios
adecuados, infraestructura tecnológica, acceso a bases de datos
bibliográficas, mantenimiento de infraestructuras, intercambios
internacionales con otras universidades, publicaciones, etc.
Adolecemos
en Venezuela de una auténtica política de financiamiento público a la
actividad universitaria. El crecimiento de la oferta de instituciones
universitarias que hemos visto en los últimos años no ha hecho más que
agravar el problema porque ha aumentado innecesariamente los costos. Es
mucho más viable potenciar las capacidades del parque universitario
existente que inventar la creación de otras muchas universidades. Quizás
en algunos casos se justifica pero la sana lógica de racionalización de
recursos requería una mejor planificación del sector universitario.
La
juventud de nuestro país demanda oportunidades de capacitación y
posibilidades para el desarrollo de su talento. Quiere universidades de
calidad, donde consigan talento que estimule la búsqueda de conocimiento
y condiciones adecuadas para capacitarse profesionalmente.
Tenemos
un nuevo ministro en la cartera de educación superior. Los
universitarios quisiéramos que nos oyera, que escuchara sin gríngolas
ideológicas las necesidades del sector, que atendiera las demandas de
quienes constituyen el corazón de la vida universitaria que son sus
docentes e investigadores y considere las expectativas reales de
nuestros estudiantes, que demandan educación de calidad.