lunes, 18 de julio de 2011

Quien fue el traidor que entregó a Cuba nuestra cedulación

El reportaje de la periodista Adriana Rivera, en El Nacional de ayer, domingo 17 de julio de 2001, aportó datos, nombres propios y sumas millonarias a lo que ya sabíamos: un país extranjero maneja la base de datos de todos los venezolanos, hace negocios en representación de la república y cobra por ellos millones de dólares de sobreprecio.

Hay que ser venezolano para saber la ira y humillación que se experimenta al constatar esta ominosa situación. Tras una investigación que evidentemente le ha tomado varios meses, la reportera nos pone delante el hecho, sin lugar a dudas criminal, de que Chávez entregó, en secreto, a los cubanos la cedulación de 27 millones de venezolanos.

Desde luego, el autócrata no es el único venezolano que estaba al cabo de esta aberrante operación por la cual “para Cuba será muy fácil emitir cédulas y pasaportes venezolanos para sus ciudadanos y funcionarios o, incluso, para otros extranjeros”, otros 20 tipos nacidos en este país estaban al tanto del grave desmedro que se le hacía a Venezuela. En el reportaje están mencionados Jesse Chacón y Pedro Carreño, a quienes, de ser cierta la terrible acusación, les faltarán horas para avergonzarse y resarcir a la república.

Según expone Adriana Rivera en su trabajo periodístico, la empresa del gobierno cubano favorecida con el contrato de más de 170 millones de dólares es Albet Ingeniería y Sistemas. Esta empresa, de la que el técnico venezolano Anthony Daquin, ex asesor del gobierno local, dice que es un camuflaje del G2 cubano, elabora la nueva identificación para Venezuela, tiene acceso libre a la base de datos de los ciudadanos e incluso a la expedición de los documentos. Y si esto fuera poco, el contrato tiene cláusulas de confidencialidad que impiden a los técnicos nacionales conocer el proceso.

Desde luego, como siempre que se trata de negociados entre Chávez y los cubanos, los venezolanos quedan fuera, “la parte venezolana no podrá acceder a los códigos fuente”; son perseguidos si se atreven a hacer alguna observación en tímida defensa a los intereses de Venezuela: los cubanos han botado a unos cuantos compatriotas; y el signo principal de todo es el enorme sobreprecio que la república debe pagar. “Además del secreto y las irregularidades en su adjudicación, el convenio ha resultado altamente costoso y ha estado plagado de demoras”.

El trabajo de Rivera abunda en detalles, a cuál más escandaloso. Con la mitad de los crímenes perpetrados en este caso debería bastar para destituir la cáfila de delincuentes que detenta el poder en Venezuela y someterlos a un juicio donde salgan a relucir los mil castigos y despojos a los que han sometido a Venezuela.

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