jueves, 10 de octubre de 2013

Cristina: de la enfermedad y el poder


Por Julio César Pineda - El Universal - 10 de octubre de 2013
En la oportunidad en que se hizo pública la enfermedad del presidente Chávez, afirmamos que el cáncer del jefe de Estado obligaba a la transparencia médica y mediática porque en todas las democracias es una exigencia moral y jurídica el que el pueblo conozca las condiciones físicas e intelectuales de quienes dirigen los destinos públicos; esto es lo que están solicitando los argentinos ante la enfermedad de la señora Presidenta. La enfermedad es inmanente a la condición humana y casi siempre la antesala de la despedida del breve transito existencial. Para los líderes carismáticos que se creen indispensables la enfermedad constituye la más fuerte expresión de su finitud y el recordatorio de su transitoriedad.

El periodista y médico argentino Nelson Castro aseguró hace unos días que la presidenta Cristina, más allá de la enfermedad física que parece controlable, también padece la enfermedad psíquica de los líderes mesiánicos con el síndrome de Hubris (Hybris) términos griegos vinculados a la desmesura del poder, con la excesiva confianza de sentirse imprescindible, desfigurando la realidad en la sola percepción de la misma y pretendiendo afirmar su sola visión como garantía del presente y del futuro.

Frente a la Hybris de los dirigentes mesiánicos embriagados de poder, la Némesis les recuerda su finitud y el pensamiento real ante la visión mágica. Frente a la locura de lo irrealizable, las condiciones y la vida los acerca a lo real, a lo posible.

David Owen en su libro "En el poder y en la enfermedad" y Pascal Sutter en su obra "Estos locos que nos gobiernan", tratan el tema de quienes detentan el poder con su esquizofrenia, paranoia y narcisismo, aun en la enfermedad tratan de transmitir vitalidad eterna, por eso recomiendan en estos tiempos de transparencia y participación ciudadana, la garantía para conocer las enfermedades de sus jefes de Estado o Gobierno, o de los que aspiran llegar al poder.

Es frecuente en estos casos la desinformación sobre sus enfermedades y los rumores sobre el presente y el futuro, incluso la negación oficial para disipar dudas y afirmar el poder. Por supuesto que en la enfermedad siempre está la incertidumbre, lo laberíntico de la enfermedad, a pesar de los avances de la ciencia siempre tienen presente el azar y la necesidad. En la obra de David Owen se describen enfermedades de jefes de Estado y de Gobierno desde 1901 hasta el 2007, recorre la salud de 32 Presidentes con la característica común de la desinformación oficial de sus dolencias y de sus diagnósticos, y el aferramiento permanente más que a la vida al poder, ejerciendo actividades y funciones contradictorias con la necesidad de la atención médica y del descanso.

El brillo del poder, la sensación de transcendencia, el sentimiento de empatía con el pueblo, la necesidad de su presencia, hacen olvidar a estos dirigentes, la fragilidad de su cuerpo y la finitud de su existencia, incluso los hace descuidar su propia salud y la recomendación de sus médicos y familiares.

La enfermedad de la presidenta Cristina se ha convertido como la de muchos jefes de Estado en una referencia regional y mundial. El artículo 88 de la Constitución argentina vigente desde 1994 ha facilitado la lógica transición democrática. El próximo 27 de octubre al margen de lo que suceda con la Presidenta, las elecciones legislativas tendrán lugar. El deterioro del Gobierno ha sido constante, pero es posible que la solidaridad como ocurrió con ella cuando murió su esposo en octubre del 2010 que le permitió ser reelecta con un amplio apoyo, pueda traerle votos que no esperaba. Sin embargo todo indica que el Gobierno perdería la mayoría en el Congreso y esto imposibilite la reforma constitucional que Cristina impulsaba para una tercera presidencia.

El tema de las enfermedades y el poder tiene una abundante literatura en América Latina luego de las situaciones del expresidente Lula, Fernando Lugo, la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, y el presidente Santos, en estos casos los gobiernos informaron adecuadamente. Pero es situaciones como la de Fidel Castro, Hugo Chávez y ahora Cristina de Kirchner la información no ha sido oportuna ni completa. Por eso escribimos en su oportunidad el Cisne Negroreferido al cáncer de Hugo Chávez y la enfermedad de los líderes mesiánicos, así recomendamos el libro de Pier Accoce y Pierre Rentchnick "El poder, los hombres y las enfermedades"; de Enrique Krauze "El poder y el delirio""Las hemorroides de Napoleón", de Phil Mason; "Enfermos de Poder", del argentino Nelson Castro.


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