martes, 20 de agosto de 2013

Venezolanos: El petróleo en tu bolsillo

JEAN-PAUL LEIDENZ FONT |  EL UNIVERSAL
martes 20 de agosto de 2013  
Pronto nuestro país cumplirá 100 años de explotación petrolera desde aquél reventón en Zumaque I el 31 de julio de 1914. Durante años, la industria fue percibida como un "enclave extranjero" de cuyos asuntos la sociedad venezolana estaba excluida más allá de la recaudación de impuestos. Las tensiones a que esa percepción dio lugar, nos acompañan hasta el día de hoy. El discurso político aún se enmarca en el anhelo de controlar nuestro principal recurso natural, incluso tras la estatización del petróleo en 1976.

"El petróleo ahora es de todos" suelen decir, no sin que algún vivo agregue "pero no es de nadie... " . El control estatal de las actividades extractivas no garantiza que el manejo de la renta petrolera sea eficiente, considerando el bienestar de todos a largo plazo. La renta remanente de la venta de crudo, una vez remunerados factores productivos incluyendo al capital, puede ser utilizada contra nuestros intereses incluso en manos del Estado.

Un gobierno en ejercicio tendrá incentivos para gastar más allá de lo razonable, a fin de garantizar su permanencia en el poder. Los intereses de generaciones futuras quedan muy remotos en las preferencias del político, ante la inminencia electoral. Además, una ciudadanía que percibe la renta como un maná proveniente del Estado, poco reclamará un uso eficiente. 

Cada elemento se refuerza: un gasto público ineficiente y volátil da lugar a crecimiento económico bajo e inestable, con poca inversión privada, profundizando la dependencia de la economía al Estado. Una ciudadanía dependiente no puede sostener instituciones fuertes que limiten y vigilen el uso de la renta. De este modo el petróleo sigue siendo distante. 

Si bien podría señalarse al ahorro como alternativa, bastaría observar el triste saldo del Fondo de Estabilización Macroeconómica (US$ 3 MM) o el Fondo de Ahorro Intergeneracional. Insignificantes desde todo punto de vista. Si el ciudadano no se siente perjudicado directamente cuando se sustraen recursos, los fondos siempre permanecerán vacíos.

El punto crítico del espiral perverso, es una asignación difusa de derechos de propiedad. Una solución tentativa es entregarle una porción de la renta a cada ciudadano, directa y universalmente.

Podría considerarse el reparto a través de un fondo de ahorro soberano en el extranjero, alimentado por los aportes fiscales de la industria. La entrega de una porción del principal recurso más rendimiento, deducida de impuestos, se realizaría en cuentas personalizadas por cada ciudadano (Rodríguez & Rodríguez, 2012). Otra opción, de menor magnitud, consistiría en crear fondos separados con propósitos etiquetados, hasta alcanzar un monto óptimo que permita el financiamiento íntegro y permanente de programas sociales con su retorno. Dichos programas, deberían consistir en distribución directa de beneficios.

En todo caso, si queremos resolver el centenario dilema político venezolano, conviene explorar nuevas alternativas. Acerquemos el petróleo al ciudadano, 100 años bastan.

Investigador del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA


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