EL UNIVERSAL
1 de marzo de 2013
El Vicepresidente Ejecutivo de
la República no es un funcionario de elección popular. Nicolás Maduro
fue designado por el presidente, Hugo Chávez Frías, quien está ausente
del país desde el 11 de diciembre del año pasado sin ofrecer
declaraciones a los medios o encabezar actos oficiales. Solo dos poderes
públicos son escogidos en elecciones por los ciudadanos: el Poder
Ejecutivo y el Poder Legislativo. De allí la lógica Constitucional en
cuanto a que si se produce una ausencia temporal o absoluta, quien suple
al jefe del Estado, es el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado
Cabello. No Nicolás Maduro, Vicepresidente Ejecutivo.
Es verdad que el Tribunal Supremo encontró una fórmula para mantener la
continuidad de Gobierno en manos del propio Chávez, pero en la práctica,
debido a la enfermedad y a la real ausencia de Chávez, es Maduro quien
ejerce las funciones del Presidente, cuando las mismas están reservadas
constitucionalmente al funcionario electo, no al designado.
Entre otras funciones, el Presidente por mandato de la Constitución
debe: cumplir y hacer cumplir la Constitución y la ley, dirigir la
acción de Gobierno, nombrar y remover libremente al vicepresidente y a
los ministros, nombrar los ministros, agentes diplomáticos y cónsules
generales, con aprobación de la Asamblea Nacional, promover, a los
oficiales a partir del grado de coronel o capitán de navío, dirigir a la
Fuerza Armada Nacional en su carácter de comandante en jefe, ejercer la
suprema autoridad de ella y fijar su contingente, convocar y presidir
el Consejo de Defensa de la Nación, reglamentar parcialmente las leyes,
sin alterar su espíritu, propósito y razón, celebrar los contratos de
interés nacional conforme a la ley, negociar los empréstitos nacionales,
administrar la Hacienda Pública Nacional... Y más, muchas más. Todas
funciones taxativas en el texto constitucional. Y, hay que aclarar, que
en la mayoría de las materias de su competencia no existe delegación.
Son funciones para un Presidente electo. No para un vicepresidente designado burocráticamente.
Sin duda, la situación actual, con el Presidente ausente y sin señales
convincentes de su capacidad para ejercer el cargo para el que fue
electo, no es sostenible y requiere especial atención a la brevedad. La
voluntad popular está de por medio.
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