jueves, 26 de mayo de 2011

Venezuela - Plan de posguerra

Poco importa quien llegue a Presidente. Quien sea, heredará un país destruido!
RUTH CAPRILES | EL UNIVERSAL ve.
jueves 26 de mayo de 2011
Necesitamos un plan de recuperación de posguerra. Estos doce años de guerra ideológica, en apariencia de baja intensidad, han tenido consecuencias similares a las de cualquier conflicto bélico: destrucción del aparato productivo; miles de muertos; pillaje y anarquía; fuga de cerebros y desplazados; escasez de alimentos. Las ciudades no han sido bombardeadas y los edificios todavía están en pie, aunque el espacio público, apropiado arbitrariamente por los revolucionarios, está destruido; y las expropiaciones e invasiones de inmuebles provocan ruinas de posguerra.

Es preciso un plan de inversiones y reconstrucción; y esperamos que en vez de estarse disputando la candidatura, los políticos de la oposición formen un gabinete sombra que se ocupe de eso. Poco importa quien llegue a Presidente. Quien sea, heredará un país destruido. Uno se asombra que haya tanta gente disputándose ese paquete. ¿Qué vamos a hacer con Pdvsa; cómo recuperaremos el agro y la industria; cómo se puede proceder gradualmente a levantar el ignominioso control cambiario; cómo controlar el hampa desatada; cómo abrir líneas internacionales de financiamiento; cómo devolver la dignidad y su función propia a las Fuerzas Armadas; cómo rescatar los jueces de carrera jubilados anticipadamente; cómo instalar algún sistema de salvaguarda del erario público? La lista, es inmensa y el plan tendrá justamente que escoger las líneas de emergencia y atención inmediata; será necesario un trabajo cooperativo para gestionar las soluciones.

Pero hay algo que quizá no entra dentro de los planes políticos y sea pertinente a la sociedad civil organizada: el rescate moral de los venezolanos. El peor efecto de la guerra ideológica es la desmoralización, el habernos convertido en un país de mendigos. Aunque parezca ingenuo o imposible, la gobernabilidad de posguerra dependerá de la confianza que tengamos en que sí podemos; si somos capaces de ser personas autosuficientes para producir y garantizar nuestra propia sobrevivencia.

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